domingo, 11 de septiembre de 2011

LA MESITA DE LA ABUELA

Una señora que había vivido toda la vida con su marido quedo viuda cuando estaba próxima a cumplir los ochenta años. Sus hijos, que desde hacia tiempo se habían independizado y tenían cada uno su propia familia se reunieron para saber que hacer.

Todos estaban de acuerdo  en que no podían dejarla sola, pero ninguno quería llevarla a vivir a su casa.
La idea de llevarla a un hogar de ancianos también fue descartada pues todos alegaron no tener el dinero suficiente para pagar las mensualidades. Ya estaban a punto de pelearse, cuando intervino la nieta preferida de la señora, una niña de siete años y dijo que quería que su abuela viviera en su casa.
Ninguno se atrevió a decir que no, pues la niña era la adoración de toda la familia.

De modo que los padres de la niña no tuvieron mas remedio que llevarse a vivir a la abuela con ellos. Desde la muerte de su esposo, el animo de la señora había decaído mucho y su salud empeoraba. No veía ni oía bien y las manos le temblaban continuamente. Su hijo y su nuera no le tenían la mas mínima paciencia y a todo momento la regañaban y la hacían sentir torpe e inútil. Con frecuencia le gritaban y a veces incluso la tomaban de los hombros y la sacudían, reprochando le sus achaques.

La falta de consideracion por la señora llego a si punto máxima cuando decidieron instalarle una mesita en el rincón del comedor para no tener que verla temblando y dejando caer granos de arroz o  gotas de sopa en el mantel.

Un día al llegar del trabajo el padre encontró a su hija tratando de construir algo con sus bloques de juguete.  -Cuando le preguntó que estaba haciendo , la niña contesto inocentemente.  -Estoy construyendo una mesita para que tu y mamá coman cuando estén viejos .

Al oír hablar a su hija, al hombre se le encogió el corazón y corrió a contarle a su esposa, con lágrimas en los ojos, lo que la niña acababa de decir .
Desde entonces la abuela volvió a tener su lugar en la mesa y fue tratada por su hijo y su nuera con el respeto que se merecía.




Había una vez, una niña llamada Iris a la que le gustaba mucho jugar al fútbol con los chicos de su clase. Desde siempre, Iris había sido una niña muy especial, pues no hacía las mismas cosas que el resto de sus amigas, como jugar a las muñecas, jugar a las princesas, pintarse las uñas, sino que Iris prefería irse a jugar al fútbol.
Los chicos de su clase estaban encantados con Iris, pues era mucho mejor que otros niños jugando al fútbol, así que siempre intentaban que Iris estuviese en su equipo. Todos los niños de su clase respetaban que Iris jugara al fútbol.
Pero de repente un día, las amigas de Iris le dieron de lado, pues no era como ellas. Cuando Iris se dio cuenta que sus amigas ya no querían jugar con ella, se sintió muy triste, pues no comprendía que porque a ella le gustase el fútbol, no podía ser su amiga.
Cuentos cortos - El entrenador y los tres niños jpg

Una mañana de camino al colegio, Iris se encontró con su amiga Carolina y decidió hablar con ella para que volvieran a ser amigas otra vez:
Hola Carolina, me gustaría preguntarte algo…“, le dijo Iris algo tímida.
Si“, le respondió.
¿Por qué no queréis que seamos amigas?¿Es porque me gusta ir a jugar al fútbol con los chicos de la clase?“, preguntó Iris.
Durante unos instantes, Carolina se quedó sin palabras, pero al final respondió: “Sí, es que pareces un chico Iris, todo el día jugando al fútbol con los niños, y sino, montando en bici …
Iris que era una niña muy madura para su edad le dijo a Carolina: “Pues Carolina, creo que no es un motivo para que no queráis ser mis amigas, porque si me voy a jugar con ellos, es porque a vosotras nunca os apetece hacer deporte, y a mí me gusta mucho. Creo que podemos ser amigas, porque aunque me vaya algunas veces con los chicos, vosotras sois mis amigas y también me gusta estar jugando con vosotras
Después de esa conversación, al cabo de unos días, Iris estaba jugando al fútbol en el colegio con los chicos, y de repente, oyó como una voz la estaba llamando: “Iris, ¿puedes venir un momento?”. Era Carolina la que le estaba llamando junto con el resto de amigas.
Iris fue sin pensárselo dos veces hacia donde estaban sus amigas…
Iris, hemos pensado todas las chicas que tienes razón, y que te guste jugar al fútbol, no significa que seas un chico. Además, nos has dicho que te gusta jugar y salir con nosotras…, y a nosotras también nos gusta salir contigo“, le dijo Carolina en representación de todas las niñas.
Así fue, como las amigas de Iris aprendieron que tienen que respetar a las personas por como son. Además aprendieron que el fútbol no es sólo un juego de niños, sino también de niñas.
FIN

3 comentarios:

  1. Me parece que los niños nos enseñan las cosas que para los adultos son complicadas.
    Lastima de aquellas personas que dejaron de ser niños y se volvieron tan viejos que lo unico que les hace falta es edad y canas.
    Felicitaciones , tu reflexión salva vidas y enseña sobre la misma .

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